Trabajar para vivir, no para sobrevivir

Muchos de nosotros somos parte de esa generación a la que nos han inculcado desde pequeños que en la vida hay que trabajar duro, esforzarse mucho, madrugar todos los días para ir a trabajar y ganar un sueldo, comprar un casa y un coche y formar una familia a la que verás más bien poco. Y ya cuando te jubiles podrás hacer todo aquello que quieras y disfrutar de tus nietos más de lo que pudiste disfrutar de tus hijos. ¿Os suena verdad?

Pues bien, yo soy de las que piensa que hay que trabajar para vivir, no para sobrevivir. Nuestro trabajo debe ser parte de nuestra vida, una parte que requiere constancia y cierto esfuerzo pero que en ningún caso debe de ser una carga o un sacrificio. Si para ti ir a trabajar todos los días e invertir 8 horas al día y 40 horas a la semana en tu trabajo es un suplicio, lo más seguro es que te hayas equivocado de trabajo.

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Desde pequeños nos enseñan que aquellas cosas que más te gustan como dibujar, tocar la guitarra o tejer bufandas, pero que no son una carrera universitaria como derecho, ADE o medicina, no son una opción para ganarse la vida. Los padres lo hacen con la mejor intención porque quieren que nos ganemos la vida y tengamos un futuro, claro está, pero sin querer nos están cortando las alas y quitándonos la ilusión en aquello que más nos gusta, que mejor se nos da y que realmente nos hace felices. Y es que, hoy en día, tras el éxito de muchas empresas y emprendedores que se dedican a negocios de los más variado y pintoresco, ¿quién se atreve a decir a su hijo que con tal cosa se va a ganar la vida y con tal otra no?.

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Nos vamos a pasar una cuarta parte de nuestra vida trabajando, así que es de lo más lógico pensar que ese trabajo nos tiene que apasionar, divertir, motivar todos los días, al igual que lo hace la pareja con la que decidimos compartir nuestra vida o los hijos que decidamos tener. ¿Acaso no pasamos más tiempo trabajando que con nuestra propia familia muchas veces?.

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Olvidémonos entonces de esos discursos basados en “con ese oficio nunca te ganarás la vida” o “estudia algo de provecho y déjate de fantasías” y parémonos a pensar que la vida es un regalo y hay que vivirla de una forma plena y maravillosa, disfrutando de cada momento, de cada cosa que hacemos y con cada decisión que tomamos.

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Otro de los aspectos que más nos marcan a la hora de escoger un trabajo que no nos apasiona en lugar de apostar por aquello que nos hace feliz es la estabilidad económica, tener un sueldo seguro y más o menos alto. Y esto es comprensible, por supuesto, pero ¿cuánto vale tu tiempo?, ¿cuánto valen tus años de juventud, los primeros años de tus hijos o los últimos de tus padres?.

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No existen trabajos buenos o malos ni trabajos con futuro o sin él, existen trabajos en los que eres bueno, trabajos que te apasionan y te hacen vivir con ilusión y trabajos a los que vas arrastrándote como alma en pena mientras piensas en que algún día te jubilarás y podrás hacer lo que realmente te gusta.

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Lo cierto es que yo misma he pasado por todas estas fases y dudas profesionales desde que decidí qué estudiar en la universidad hasta el momento en el que decidí trabajar en mi propio estudio de diseño. Así que sé en primera persona lo difícil que es tomar la decisión de apostarlo todo por tus sueños y renunciar de alguna manera a la estabilidad o a el camino “fácil” que se nos ha inculcado desde niños. En mi caso mis padres nunca me condicionaron pero sí la sociedad como a toda mi generación.

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En mi opinión, en la vida hay que apostar por los sueños y luchar por ellos, trabajar para vivir y no para sobrevivir, disfrutar de cada día como si fuera el último y no relegar la felicidad a un futuro incierto. La vida es un regalo.

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Quiero acabar recordando unas palabras de Antonio Banderas que se hicieron virales en redes sociales a través de El Hormiguero en las que dice:

“Las cosas se pueden conseguir, no hay sueños imposibles. Se trata de trabajar y de soñar muy fuerte. Mientras que en España el 75% de los jóvenes quieren ser funcionarios, en países como EEUU el 75% de los jóvenes sueñan con ser emprendedores, dueños de sus propias vidas. Y así surgen Facebook, Google, Apple o Uber. Con un 75% de gente que quiere ser funcionaria no se hace país, se hace país con gente que se la juega”.

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Si queréis conocer mi experiencia personal y profesional podéis leer “Mi experiencia personal como diseñadora tras 7 años diseñando”.

Ana Miralles
anamiralles@miradacreativa.es

Mi nombre es Ana Miralles Rubert y soy diseñadora por vocación, emprendedora y fundadora de Mirada Creativa.

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